Por Arehf Palacios (arehfo@gmail.com)
Cuando la revolución estalle
no será televisada.
Nadie nos verá en cadena nacional
a mí y a mi familia
caminando por las calles con el puño en alto,
porque nadie se encontrará ese día
sentado en su sillón frente a la tele.
Todos estarán en los balcones
o en las azoteas,
si no es que en la misma calle junto conmigo
agitando banderas sin ningún color.
Cuando la revolución estalle
nadie escuchará por televisión
a los presentadores de noticias
dar el boletín de última hora,
ni a los reporteros narrando
la acción del momento,
ni siquiera a los analistas dar su opinión
sobre el real impacto
que ésta pudiera tener sobre la sociedad.
En ningún barrio
en ninguna calle
en ningún patio
no se escuchará nada
más que la voz de millones de mexicanos
gritando: hasta aquí.
Estamos hartos.
132 veces repetiremos que ustedes no son lo que queremos
132 veces cantaremos que jamás nos daremos por vencidos
132 veces soñaremos y volveremos a despertar
hasta que el dinosaurio se haya ido
Cuando la revolución estalle
no nos volverán a ver la cara
con comerciales y encuestas
porque esta vez seremos nosotros
los que vestiremos las máscaras.
Pero no unas horribles como las suyas
de perfidia e ignominia.
Nosotros llevaremos unas máscaras hermosas:
de libertad, de justicia, de decisión , de autonomía.
Cuando la revolución estalle
no será televisada.
Porque en mi país ya nadie verá la televisión
ya nadie trabajará para la televisión
ya nadie mentirá para la televisión
ya nadie vivirá para la televisión
ni con la televisión
ni por la televisión.
Nadie conocerá la televisión
Es más, en este momento
yo ya la desconozco.
No existe más la televisión en este poema.
Porque ¡escuchen!
se viene acercando
viene estallando
derramándose cual cascada
abalanzándose
incendiándolo todo
convulsionándose
como un corazón naciendo desde la misma tierra
la revolución.
Cuando la revolución estalle
no será televisada.
Nadie nos verá en cadena nacional
a mí y a mi familia
caminando por las calles con el puño en alto,
porque nadie se encontrará ese día
sentado en su sillón frente a la tele.
Todos estarán en los balcones
o en las azoteas,
si no es que en la misma calle junto conmigo
agitando banderas sin ningún color.
Cuando la revolución estalle
nadie escuchará por televisión
a los presentadores de noticias
dar el boletín de última hora,
ni a los reporteros narrando
la acción del momento,
ni siquiera a los analistas dar su opinión
sobre el real impacto
que ésta pudiera tener sobre la sociedad.
En ningún barrio
en ninguna calle
en ningún patio
no se escuchará nada
más que la voz de millones de mexicanos
gritando: hasta aquí.
Estamos hartos.
132 veces repetiremos que ustedes no son lo que queremos
132 veces cantaremos que jamás nos daremos por vencidos
132 veces soñaremos y volveremos a despertar
hasta que el dinosaurio se haya ido
Cuando la revolución estalle
no nos volverán a ver la cara
con comerciales y encuestas
porque esta vez seremos nosotros
los que vestiremos las máscaras.
Pero no unas horribles como las suyas
de perfidia e ignominia.
Nosotros llevaremos unas máscaras hermosas:
de libertad, de justicia, de decisión , de autonomía.
Cuando la revolución estalle
no será televisada.
Porque en mi país ya nadie verá la televisión
ya nadie trabajará para la televisión
ya nadie mentirá para la televisión
ya nadie vivirá para la televisión
ni con la televisión
ni por la televisión.
Nadie conocerá la televisión
Es más, en este momento
yo ya la desconozco.
No existe más la televisión en este poema.
Porque ¡escuchen!
se viene acercando
viene estallando
derramándose cual cascada
abalanzándose
incendiándolo todo
convulsionándose
como un corazón naciendo desde la misma tierra
la revolución.
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